07 mayo 2014

El video de Yutú (sic)

    Si una persona tiene grandes problemas y no logra ver la salida, es probable que en algún momento de su vida intente darle fin a ella misma. Según se me dijo alguna vez, todo el que se suicida es porque tienen una personalidad exhibicionista, porque parte del hecho es darle un escarmiento a alguien, haciendo que su muerte le pese en su conciencia. Este impacto sólo puede ser aumentado porque los espectadores de la definitivamente mortal performance de Erasmo Henríquez (sí, tiene nombre, apellido y una familia detrás) lo alentaban a tirarse, como si después pudiesen invitarlo a carretear tras el show. La secuencia grabada desde varios celulares muestra cómo es de terrible la realidad en un extremo.
    En el otro extremo de la vida, un grupito de prepúberes graba su entrenamiento ciclístico, tal como lo hacíamos todos cuando chicos. Claro que en ese entonces, el acceso a una cámara de video era mucho más limitado, así que son pocos los registros existentes. En esa grabación corren la adrenalina (sí, es cierto: ésa es adrenalina pura), las voces impostadas expeliendo frases clichés del subgénero del periodismo deportivo, articuladas con cuanta chuchá sabe el animador en cuestión, en plena fase de la coprolalia.
    ¿Qué es lo que me impresiona? me impresiona que haya sido tanto el éxito del Tarro y sus amigos por 2 cosas: por la inocencia del juego y por la manía de algunos de reirse de las caídas ajenas. Ambas caídas. Una con resultado de muerte y la otra con magulladuras faciales que pasarán a ser parte de su historial. Cómo podemos reirnos de un niño que con su inocencia nos dice que en la vida siempre hay obstáculos y nos enseña a superarlos. Pero, principalmente, nos ayuda a olvidar la terrible realidad de Erasmo.

Erasmo Henriquez